jueves, 24 de marzo de 2016

Las "superbacterias" que viven en Chernóbil


Aunque su nombre recuerda a una de las mayores catástrofes medioambientales de la historia, Chernóbil no es sinónimo de ausencia absoluta de vida. En el escenario inhóspito que dejó el accidente nuclear hay poco rastro de presencia humana, pero algunas especies de vegetales, insectos y aves son capaces de resistir la radiactividad 30 años después del desastre. ¿El hecho de vivir en ambientes radiactivos podría generar una resistencia a la radiactividad? Esa es la pregunta fundamental que plantea un reciente estudio publicado en la revistaScientific Reports, el primero en confirmar la resistencia de ciertas bacterias a dosis intermedias de radiactividad, fruto de un trabajo liderado por el biólogo español Mario Xavier Ruiz-González.
Las bacterias pueden sobrevivir en el lugar más insospechado del planeta. También en los entornos radiactivos. Esa es la hipótesis inicial de esta investigación pionera que considera la radiactividad como una condición de estrés, al igual que las temperaturas extremas, a las que se adaptan los animales y las plantas como motor de los procesos evolutivos.
Aunque descubrir los efectos negativos de la radiactividad sobre los microorganismos no es una novedad, en cambio, lo es demostrar la adaptación de las bacterias a ambientes radiactivos. Investigaciones previas han caracterizado la vida en Chernóbil a partir de la detección de mutaciones y aberraciones en plantas, insectos, hongos y bacterias, o de la evaluación del impacto de la radiactividad sobre la biodiversidad. Pero el estudio de este investigador valenciano es el primero en analizar la resistencia de las bacterias tras el desastre nuclear.
Las muestras para realizar el estudio proceden de los microorganismos de las plumas de golondrinas que habitan en Chernóbil. “Sabemos que estas bacterias son exclusivas de Chernóbil porque los pájaros mudan allí las plumas durante unos meses y, por tanto, las nuevas han crecido allí y la flora bacteriana que han adquirido es endémica”, explica Ruiz-González, autor principal del artículo.
Tras aislar 87 especies distintas procedentes de cuatro granjas —tres de Chernóbil con distinto nivel de radiactividad y una de Dinamarca— y someterlas a un irradiador de rayos gamma, el resultado fue contrario a la hipótesis de los investigadores, quienes esperaban que las bacterias de Chernóbil sometidas a altas dosis de radiactividad se adaptasen mejor que las de otros lugares.
Lo interesante está en el descubrimiento de que solo las bacterias de las granjas con radiactividad intermedia mostraron una resistencia mayor. “Las que proceden de granjas con alta y baja radiactividad no tienen esa capacidad. La resistencia no se desarrolla por el hecho de vivir en radiactividad, sino que solo es posible a cierto nivel de radiactividad. Resistente tampoco significa que exponerse a radiactividad favorezca el crecimiento de las bacterias, sino que crecen menos al encontrarse en un ambiente hostil. La radiactividad afecta de forma negativa, pero esas bacterias sobreviven, y mucho más que cualquier otra bacteria de otras zonas radiactivas”.
El descubrimiento de la resistencia bacteriana en regiones de radiactividad intermedia implica posibles avances biomédicos para luchar contra el cáncer. Una de las hipótesis indica que cierta dosis de radiactividad podría disparar en las bacterias mecanismos moleculares de reparación para protegerse ante las mutaciones, gracias a ciertas proteínas o pigmentos carotenoides. De hecho, una de las observaciones en las granjas de radiactividad intermedia halló más pigmentos amarillentos y anaranjados en esas especies bacterianas que en las otras poblaciones.
Tras el accidente de Fukushima, Ruiz-González reconoce que el interés por descubrir qué ocurre en las zonas afectadas tras los accidentes nucleares ha aumentado en los últimos tiempos. “Es una prioridad mundial. Lo era en la época de Chernóbil, y lo es todavía más después de Fukushima. Investigar en radiactividad es fundamental porque va a permanecer durante gran parte de nuestra historia en la Tierra”.

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