lunes, 30 de noviembre de 2015

"Los niños son una esponja": el mito que está arruinando la educación en España


España es el país con la peor educación de Europa. La razón está mucho antes de que un niño se siente en un aula



Cuando estás en tus primeros años en la escuela y haces el experimento de poner una judía dentro de un bote de cristal con tierra, te dicen que la riegues con mimo y paciencia. Al cabo de unos días comienzan a brotar tallos verdes que se dirigen a la superficie para coger aire. Has entendido cómo funciona la vida. Y esa imagen se te quedará grabada para siempre.
Lo mismo que sucede con la judía, sucede contigo. Los primeros años de tu vida son los más esenciales respecto a todo. Y por todo, a esa edad, entendemos educación. Te tienen que regar con paciencia, y gota a gota. Y si es así saldrás con los tallos verdes erguidos hacia arriba. Si no, es posible que te ahogues o que no puedas absorber el resto de agua que te echen.

Sin embargo, la importancia que debería tener la educación en esos primeros años es inversamente proporcional a la importancia que en la mayoría de países se le da. España es el país que, año tras año, saca la peor calificación en el informe de Educación PISA. Y hemos ido a la raíz de este problema: la educación infantil.

1. Demasiado obsesionados con leer y escribir


Anna Wennberg es directora de un parvulario concertado en Barcelona y profesora de Educación en la Universidad Abat Oliva, también privada. Para ella, el principal problema que afecta a la educación infantil es que “tenemos prisa por todo”, que estamos como en una especie de “sociedad de la inmediatez”.
“Todos hemos de correr y llegar a mucho, y esto se ha trasladado al mundo infantil. De alguna manera hemos llegado a un currículum donde queremos que los niños aprendan muchísimas cosas. Y con la excusa de que el cerebro de un niño es una esponja, creemos que tenemos que hacer con ellos todo”, asegura.
Susana Calbo lleva 21 años de profesora de educación infantil. Ha estado 11 años en una escuela concertada y 10 en la pública. Y coincide con Wennberg: "La educación infantil en España está mal planteada desde un principio porque queremos que los niños, desde muy temprana edad, sepan leer y escribir ya, pero todo el trabajo previo no se hace”.
Los puntos de vista de Wannberg y Calbo contrastan con la educación infantil en Finlandia, el país que sí saca la mejor nota en PISA año tras año. En Finlandia, el currículum educativo para los niños de los 0 a los 6 años prioriza el juego y, a través de él, todas las aptitudes del movimiento, de los sentidos, de la interacción social y emocional.
“Lo que al final pasa en Finlandia es que dicen que da igual que hagas correr a los niños todo lo que quieras, porque si no se cimienta bien, si la base no está bien puesta, ya puedes correr que luego eso no se aguanta”, dice Wannberg.
“Ellos [los fineses] demuestran que un niño que tiene oportunidades de jugar y oportunidades de movimiento, luego aprende de una manera natural, con libertad, sin tanta presión o dirección. Y ese niño está poniendo raíces para cimentar luego el resto de su educación y adquirir conocimientos”, añade.
Cuenta Wannberg su experiencia con niños que empiezan a leer y a escribir a los 3 años y la de los que lo hacen a los 6: “Al final, cuando llegan al primer curso de Primaria, están en la misma situación. Unos no son mejores que otros, solo que los que han aprendido a leer más tarde, han desarrollado una serie de cosas esenciales que los otros no han hecho”.
¿Por qué si, los resultados de Finlandia son antagónicamente mejores, en España no se hace lo mismo?
De nuestra conversación con ambas profesoras, concluimos que los problemas fundamentales son: el currículo, los padres y los profesores. Y detrás de estos tres problemas, la falta de recursos para Educación, castigada duramente por los recortes durante la crisis.
2. ¿Qué hemos diseñado para que estudien los niños en los primeros años?




El currículo educativo español en educación infantil promueve áreas educativas que tienen que desarrollarse en los niños, pero es amplio y goza de una gran flexibilidad en su aplicación. Al final, es como un margen en el que tienen que moverse las guarderías y los parvularios.
Pero luego, cada centro, lo aplica como considera más oportuno. Y esto sucede en los centros privados y en los públicos.

“Los estilos educativos de cada escuela o parvulario son los que imponen. En el mismo currículo nos movemos todos, pero luego hay escuelas que respetan mucho la diversidad y otras en las que parece que hay que correr”, dice Wennberg.
Y Calbo explica: “El currículo es demasiado extenso. En el día a día no puedes hacer temarios tan amplios. Por un lado está bien que sea globalizado porque tienes más libertad de movimientos. Pero la parte mala es que si te toca un mal profesor, puede ser desastroso, porque no tiene nada a dónde agarrarse, ni libros ni nada”.
En muchos casos, el currículo ni siquiera depende de la dirección, sino del profesor o profesora: “El profesor puede hacer lo que quiera cuando cierra la puerta, siempre que no haya quejas de los padres. Cierras la puerta y eres la reina del castillo”, dice Calbo.
3. Los padres son los grandes enemigos involuntarios de la educación de sus hijos

“Si los padres no se quejan no hay ningún control”, explica Calbo. Es decir, que junto a la libertad y la amplitud del currículo, los padres son los que controlan la educación. Pero ese control no vela porque la educación sea mejor o peor, sino por sus propios intereses o percepciones de cómo debería hacerse.

“Si el profesor de al lado tiene un álbum más delgadito es que no ha trabajado”, dice Calbo. Eso, para ella es lo que perjudica más a la educación primaria. Los padres quieren cuantificarlo todo y eso genera una presión en las escuelas.
Calbo explica que “existe un elemento comparativo entre las familias. Unos dicen que su niño ya sabe leer, entonces los otros vienen a exigir que se enseñe a leer al suyo”.
Todo esto, al final, provoca una competición entre las escuelas, una guerra de márketing de guarderías y parvularios que prometen los métodos más innovadores, o que los niños aprenderán a leer más rápido.
 Venden mucho humo. La guardería que mejor marketing tiene es la que se lleva la fama, pero luego los resultados son malos”, dice Calbo.
Wennberg añade: “ El márketing lo ha inundado todo. Se vende un método, se ponen nuevos atractivos... En el fondo podríamos estar haciendo todos lo mismo pero unos lo han disfrazado y lo han vendido como otra cosa”.
4. Currículo, padres y profesores: mezclar con recortes y tenemos un nuevo PISA

La educación infantil tiene un gran problema de enfoque. Y está en una inercia que ha sido potenciada por los recortes que ha sufrido durante los años de la crisis.
Calbo cuenta que ojalá pudiera tener juegos como los que tienen en Finlandia. O aulas habilitadas para hacer ejercicios que desarrollen las capacidades motoras y sensoriales de los niños. Se queja de que al final tiene pupitres y clases con 28 niños.
“Tengo a niños con déficit de atención, uno epiléptico y la clase llena. No puedo prestar atención al desarrollo de cada uno, que se tiene que atender de manera particular”, dice Calbo.
Si no hay dinero, hay menos profesores —con sueldos escandalosamente bajos— y por tanto tocan a más alumnos por profesor.
Wennberg, que goza de una posición más aliviada en su centro concertado, no tiene ninguna prisa en que los niños se sienten en una silla y un pupitre. “Queremos que se muevan porque así aprenden a hacerlo todo”.
Pero a Calbo no le queda otra opción que hacer malabarismos: “Si no hacemos algo mucho más constructivo, que los niños puedan aplicar sus conocimientos a su entorno real, seguiremos igual de mal”, concluye.

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