domingo, 3 de abril de 2016

Lo que nunca te contaron de la experimentación con animales

Una estudiante se enfrenta a su universidad para impedir esta práctica



Cuando Silvia empezó primero de psicología por la UNED, no se imaginaba que tendría que diseccionar un cerebro de cordero. O experimentar con ratas y palomas vivas. Lo último que se esperaba era que su decisión fuera a implicar sufrimiento a los animales. “Los primeros días pregunté si en alguna de las asignaturas se experimentaba con animales y me dijeron que no.Más adelante, cuando estaba cursando la asignatura de Fundamentos de Psicobiología, descubrí que de las dos prácticas obligatorias, una se hacía con un cerebro de cordero”, explica Silvia.
Cuando esta joven se dio cuenta de la situación preguntó si habría la posibilidad de hacer otro trabajo en cuenta, pero la respuesta fue negativa. Era eso o perder medio punto. Silvia se negó y como ella dos alumnas más que tuvieron que ir al examen final con esa desventaja.
“Soy vegana, pero más allá de esta opción personal, no pienso que realmente haga falta abrir varios cerebros de cordero todos los años para ver cómo funciona el cerebro humano. Existen otras alternativas que se utilizan en otras universidades, como el uso de maquetas o programas por ordenador que reproducen a la perfección el cerebro humano. Además, no creo que el cerebro de un humano y de un cordero tengan unas características tan similares que hagan totalmente imprescindible experimentar con ellos”, declara la estudiante de psicología.
Silvia se queja también de que los ejemplos que estudia están basados en experimentos con animales. “Estuve hablando con una chica de la Universitat Oberta de Catalunya y allí los casos prácticos y ejemplos no se explican con animales, sino con personas. Lo que nos resulta verdaderamente útil a los alumnos es saber cómo afectan ciertas conductas a los humanos, no a una rata”.
Pese a que la iniciativa ha crecido con gran rapidez y cada vez son más las personas que apoyan la petición, en ningún momento la universidad se ha puesto en contacto con Silvia. “Imagino que son conscientes de que existe esta campaña porque la publiqué en el grupo de Facebook de alumnos de la UNED”.
A Silvia le preocupa que, si no consigue que la petición salga adelante y la Universidad no elimina estas prácticas, tal vez pronto no sean cerebros de cordero sino animales vivos los que sufran los experimentos de los estudiantes de psicología. La alumna sabe que en los cursos superiores de psicología se estudia la conducta y el aprendizaje con palomas y ratas vivas.Animales que viven en condiciones pésimas —en jaulas de 30x20x30 centímetros— hasta que son víctimas de estas prácticas.

“Casi siempre son experimentos de conducta y aprendizaje para los que se utilizan las llamadas cajas de Skinner o cámara de condicionamiento operante. Este tipo de experimentos son muy crueles y causan un gran sufrimiento a los animales”, dice Silvia.
“Me parece una auténtica barbaridad que se sigan usando estos métodos en la ciencia y más cuando sabes todo lo que hay detrás. El funcionamiento de las cajas de Skinner es muy simple. Son unas cajas sin barrotes y con una rejilla electrificada en el suelo. Los animales son sometidos a descargas aleatorias, a refuerzos positivos y a castigos. Llega un momento que esas descargas les hacen indefensos y los animales tienen tanto estrés que se vuelven locos”.
"En algunas de las clases se contribuye a la desinformación y a la visión de que no pasa nada por experimentar con los animales. Creo que hay que cambiar esa situación. En psicología nos intentan hacer más empáticos pero se olvidan que también tenemos que serlo con los animales”, resume Silvia.
Lo que está claro es que contribuir a normalizar el maltrato animal no es una manera de conseguir esa empatia necesaria

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