A nadie le gusta tener cera en los
oídos. Es algo molesto y sucio. Y aún más si ves a otros tenerla. El
cerumen, como los mocos, es un elemento de nuestro organismo que
preferiríamos no tener. Sin embargo, como prácticamente todo lo que
compone nuestro cuerpo, tiene una función.
El cometido de la cera de los oídos se ha debatido históricamente.
Durante mucho tiempo, se ha pensado que tiene una función de
lubricación, una especie de cacao de labios pero natural y para el
interior de las orejas. También se ha creído que es útil para evitar que
los insectos se internen dentro de nuestra cabeza. Sin embargo, lo que
más se ha apoyado en la comunidad científica es que funciona como antibiótico.
En un estudio de 1980, los investigadores Toby C Chai y Tuu-Jyi Chai
analizaron el cerumen de 12 personas y lo mezclaron con alcohol. Tras
hacerlo, introdujeron varias bacterias en la mezcla. Y descubrieron que el cerumen acabó con el 99% de las diferentes cepas de bacterias que probaron.
Algunas eran más resistentes, con tasas de mortalidad de entre el 30 y
el 80%, pero todas se vieron afectadas tras la exposición a la cera
de los oídos.
No queda claro si el cerumen funciona como un antibiótico o como un nutriente para las bacterias
Otro estudio alemán de 2011 corroboró esta teoría. En un
nuevo experimento, 10 péptidos que se encuentran en el cerumen
evitaron que las bacterías y los hongos probados crecieran. Además,
probaron que las infecciones en el conducto auditivo externo se
producen cuando el sistema de defensa del cerumen falla.
Pero no es la única opinión sobre este tema. En el 2000, un estudio de
la Universidad de La Laguna de las Islas Canarias encontró todo lo
contrario: que la cera es negativa. Al probar el mismo experimento que
el análisis anterior con una cepa de estafilococo, los analistas
encontraron que el cerumen realmente provoca el crecimiento de las bacterias.
Este último estudio no es el único que pone en duda la capacidad del
cerumen para eliminar microbios. Pero existe una diferencia entre ambos
casos que podría esclarecer el asunto. En los estudios de 1980 y 2011
se utilizaron muestras de cerumen seco, mientras que en el análisis del
2000 utilizó cerumen húmedo.
El tener cerumen seco o húmedo está determinado por la genética.
Concretamente, se reduce a una letra de un solo gen. Este gen es el
ABCC11 si lo tienes húmedo y GBCC11 si es seco.
El patrón genético del cerumen es tan predecible que ha servido para
realizar análisis biológicos de la migración humana. Las personas
caucásicas y afroamericanas son más propensas a tener cera húmeda. Las
asiáticas, a tener cera seca. Y, aunque no está probado que un tipo u
otro sea negativo o positivo para el cerumen, es una probabilidad que
atrae a la comunidad científica.
Existen dos tipos de cera: la húmeda y la seca
Existen muchas personas con problemas relacionados con el cerumen.
En 2004, alrededor de 2,3 millones de personas en Reino Unido fueron
al médico por estas dolencias. Esto no solo puede acarrear problemas de
oído, sino también aislamiento social y paranoia leve.
Pero el problema no es solo tener cerumen, sino saber cómo quitarlo.
Es de dominio público que utilizar bastoncillos de algodón puede dar
graves problemas de audición, por lo que existen una serie de remedios
más útiles para eliminar la cera acumulada. Investigadores de la
Universidad Médica de Minnesota concluyeron que lo mejor es suavizar la
cera antes de poder extraerla manualmente, pero recomiendan dejar estos
procedimientos a un profesional.
Lo que hay que evitar a toda costa es una práctica de medicina alternativa conocida como vela de oído.
En esta práctica, una vela hueca se prende cerca de la oreja,
provocando que el calor extraiga el cerumen del canal auditivo,
permitiendo que se pueda quitar fácilmente. Sobran las palabras sobre
por qué no es nada recomendable, ¿no?
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