lunes, 2 de mayo de 2016

La única app que no quiere mejorar tu vida, sino destrozártela

Hemos probado una aplicación de realidad virtual que te coloca en medio de una celda de confinamiento de menos de 5 metros cuadrados y este ha sido el resultado 

celda aislamiento


Detrás de mí, tras un corto chirrido, la puerta de metal encaja con un sonido seco en el marco. El policía abre la pequeña ranura de comidas de la puerta y me grita con su voz obscena un irónico "bienvenido a tu nuevo hogar".
Hogar aquí significa una celda. Hogar aquí es una sucia y gris habitación de 2,7 x 1,8 metros, un maldito agujero infestado de cucarachas de menos de 5 metros cuadrados. Más pequeño que el armario de cualquier familia media de Kentucky.
No sé muy bien cómo he acabado aquí. Pasar droga en el callejón de detrás de la calle de Mary me lanzó de cabeza al trullo pero este tugurio...
Este pozo de mierda asfixiante...
Me quito las gafas de Realidad Virtual y vuelvo a mi mesa blanca situada en medio de una oficina diáfana en el corazón de la ciudad condal. Aquí no hay rejas, ni policías insoportables. Todo es parte de un juego y mi imaginación. Todo es un intento de ponerme por unos minutos en la piel de otro. Olvidarme de mí.  
La cuestión es que no sé exactamente cuánto tiempo voy a pasar metido en este hoyo, una vez que el engranaje se pone a rodar no hay quien lo pare. Sé de un tío que le dijeron que estaría tres meses. Pero le mintieron. Por cada vez que el agente pensaba que se estaba portando mal, le caían más días. Estuvo aquí encerrado un total de 6 años.
Uno me contó que acabó loco y ciego, con alucinaciones. No dejaba que nadie le tocara, gritaba constantemente y se quejaba del goteo del retrete. Aún cuando no había retrete.
En mi cuarto hay un fino, triste y sucio colchón pegado a la pared plomiza. Una pequeña mesa con dos libros. Uno es la Biblia. Un retrete de metal que gotea. Crap, crap, crap... Como tenga que quedarme aquí más de una semana me volveré loco.
Tengo que volver a quitarme las gafas para saber que sigo aquí, en una oficina, y no en un hoyo minúsculo y gris.  

Recordar que la desesperación que me sube por la garganta está solo en mi cabeza y en la pantalla de mi móvil.
Ver que estoy rodeada de gente y no completamente aislada como un animal enfermo que hay que apartar de la colmena.
Pero la prisión se vuelve a colar por mis ojos.  
Hay un tragaluz en el techo pero es opaco y no se ve el cielo. La claridad que entra acentúa aún más el gris. En la pared de la mesa hay una especie de rendija que aquí se conoce como ventana. Es tan estrecha que no te cabría ni una mano si estuviera abierta.
Me han dicho que tendré una hora de recreo para hacer ejercicio. Las otras 23 las pasaré aquí. Las pasaré durmiendo, leyendo, haciendo nada, en silencio... Cuando se me acaben los libros creo que gritaré. O me daré cabezazos contra la pared. Hasta que la pared se rompa. Hasta que mi cabeza reviente.
Creo que no llevo más de una hora aquí dentro y ya me parece que las paredes quieren tragarme. Siento cómo se encogen sobre mí. Aún más.
Casi no puedo respirar...
Vuelvo a quitarme las gafas. Trato de escapar de lo que he imaginado estando sentada en mi cómoda silla de oficina.
He intentado ponerme en el lugar de un preso condenado a una celda de confinamiento después de usar una aplicación de Realidad Virtual, creada por el periódico The Guardian, que te permite hacerte una idea durante 15 minutos de lo que sería estar completamente aislado en una habitación de menos de 5 metros cuadrados.

Por un instante me he sentido como la ministra de Inmigración noruega, Sylvi Listhaug, que se tiró al mar con un traje de buzo para sentirse como un refugiado.
Aún así, el sofoco y la opresión en el pecho aumentaba conforme más minutos pasaba mirando la pantalla. Con un poco de empatía, cualquiera puede imaginarse durante unos instantes lo que una persona condenada a al aislamiento absoluto sufre durante años.
La peor tortura psicológica jamás imaginada.
"Lo único que podrás hacer es pasar muchas horas sentado en silencio, en completo silencio; un silencio tan absoluto que puedes oír los latidos de tu corazón. Es una sensación de estrés continuo que te desborda. Cada segundo que pasas en esa celda, es un ataque a tu alma", explica Johnny Perez, condenado a pasar tres años en una celda de aislamiento.
El silencio absoluto, el poco espacio que tienes, el eterno gris de las paredes o no poder hablar con nadie hace que al final la locura se vaya apoderando poco a poco de tu mente.
Un análisis psicológico de los presos que fueron condenados a sufrir estas condiciones reveló que casi todos sufrieron trastornos psicológicos como hipersensibilidad a los estímulos externos, alucinaciones, ataques de pánico, déficit cognitivo o paranoia.
El uso de estas celdas se ha vuelto muy popular en EEUU. Tanto, que se calcula que entre 80.000 y 100.000 presos sobreviven en un régimen de aislamiento total
"En una ocasión, una mosca se coló en la celda y empecé a hablar con ella: ¡Hola! ¿Cómo te va? Me pasé todo el día intentando matarla, –era una actividad–, y al final terminamos jugando a pilla pilla. Al final, me cansé de jugar y me tumbé", relata Five Omar Mualimm-ak después de pasar 5 años en una celda de confinamiento.
"La mosca se puso en mi hombro y le pregunté: ¿Ya no juegas? Y la atrapé. Luego, ya no quise que se fuera de la celda así que tapé el agujero de la puerta para que no pudiera salir. El resultado fue que los guardas desconfiaron de mí y me hicieron salir de la celda para inspeccionarla, y la mosca se escapó.Me emociono cuando pienso en la mosca de mi celda", declara Mualimm-ak.
El uso de estas celdas se ha vuelto muy popular en los últimos años en EEUU. Tanto, que se calcula que entre 80.000 y 100.000 presos sobreviven en un régimen de aislamiento total.
Dado que no hace falta que un juez te condene al confinamiento —los propios policías de la prisión tienen absoluto poder para decidir— las razones por las que acaban los presos en estas celdas son totalmente arbitrarias.
Desde un crimen grave como asesinato o violación, hasta cosas como tener muchas sábanas en tu celda, o coleccionar demasiados lápices, o dedicarte al contrabando de drogas. Todo puede ser razón para condenarte a años de encierro en aislamiento.
Actualmente, el número de personas en régimen de aislamiento absoluto es el más alto de la Historia. El presidente de EEUU, Barack Obama, prometió aprobar una serie de medidas a principios de este año para minimizar el impacto de estas celdas. Medidas como prohibir que las personas menores de edad o con problemas psicológicos sean condenas a aislamiento.
Puede ser un avance, pero no un avance suficiente.
El proyecto Solitary Watch, que ofrece testimonios y reportajes sobre el uso de las celdas de confinamiento, considera que estas medidas planteadas por Obama están muy bien pero el problema no cesará hasta que el aislamiento no sea eliminado totalmente del sistema penal.

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